La España modernista fue testigo de varias generaciones de intelectuales que marcaron su tiempo. En el ámbito literario surgió la conocida Generación del 98 y la del 27 a la cual pertenece el autor del soneto que he escogido para comentar este mes.
Pero no solo el modernismo puede verse en la literatura, como veremos en los próximos días el movimiento artístico en su basta amplitud representaran el pensamiento de la época. Su realidad social, política, económica y cultural nos ayudarán a entender la escuela moderna.
Una vez realizado este viaje, tal vez podremos comprender la realidad postmoderna actual y empezar a analizar de una manera amplia la sociedad actual y su pedagogía. Promete ser un viaje apasionante.
La transición del S.XIX al S.XX fue un momento completamente revolucionario, en el sentido más amplio de la palabra. La revolución industrial lo cambió todo, igual que ahora lo está haciendo la revolución digital.
Las nuevas tecnologías dieron paso
a una nueva forma de vida,
nuevos pensamientos, nuevas ideologías,
nuevas estéticas, nuevas economías,
nuevas realidades y nuevos artes
como el cine y la fotografía.
Nacía así la sociedad moderna.
Juan Ramón Jímenez, nació en Huelva en 1881. Obtuvo el premio Nobel de literatura en 1956, dos años antes de su fallecimiento en Puerto Rico (1968). El poema Otoño, pertenece a la etapa que él mismo califica como su etapa sensitiva. Que se caracteriza por una poesía sencilla e intimista con un estilo ligero que encierra un mensaje profundo evocando cierta musicalidad.
Caben dos lecturas de este sencillo soneto. La literal y la abstracta. Presentadas en contraposición, por un lado describe una imagen realista como la descripción de un atardecer de otoño en un campo de cereal en Castilla durante la época de la siembra; seguida de otra surrealista en la que manifiesta su deseo de sembrar su corazón. Esta forma de jugar con lo nuevo y con lo viejo, de construir algo nuevo a partir de algo viejo, es lo que me fascina de este soneto y lo que me impulsa a reconocer la genialidad del poeta.
El tema del poema es el amor de carácter patriótico, como demuestra el hecho de mencionar Castilla.
El inicio del soneto describe no solo un atardecer melancólico de una tarde de octubre. Muestra un retrato de costumbres, una forma de vida propia de la España rural. La industrialización y la mecanización no había llegado a este concreto lugar, Castilla. Por eso el arado era lento, pues seguramente era tirado por animales. Puede apreciarse en esta primera parte, compuesta por los dos cuartetos, el pensamiento moderno que influirá también tanto en las ideas comunistas como en las capitalistas, y que se refleja en Juan Ramón Jiménez en la gran importancia y dignidad que otorga al trabajo. Ese hecho es latente en el segundo cuarteto del soneto. De esta manera, el autor, a través de su aparentes palabras sencillas y claras, expresa un mensaje más profundo. Describe la situación del país, nos ofrece una perspectiva desde el mundo rural. Nos presenta al campesino como un trabajador honrado en una bella y rica tierra, en una lenta y oscura España.
En la segunda parte del soneto, compuesta por los dos tercetos finales, Juan Ramón Jiménez incorpora la imagen surrelista, su deseo de sembrar su corazón para mostrar al mundo su amor. En definitiva, está expresando de forma abstracta su compromiso social y político en pro de la libertad, los derechos de los trabajadores, el amor por la patria y por la belleza.
En conclusión, el autor nos ofrece de una manera aparentemente simple un mensaje abstracto mucho más profundo. Motivo por el cual el análisis de su obra puede conducir al lector a distintas interpretaciones. Esa es la genialidad del modernismo, ofrecer una variabilidad en la percepción de la realidad.
Comentarios
Publicar un comentario